La coronilla de su cabeza recibe el calor otoñal, arrojado por la brisa fresca, calentándole el pelo. Luisa siente cómo sus pen(as)samientos se relajan y acomodan en la frontera de su cráneo, Luisa siente cómo se evaporan, se escapan a través de sus poros y dejan de ser parte de ella, atraviesan los límites de su espacio, de su propiedad, y pasan a ser del aireahora.
Luisa no gira hacia arriba la cabeza para mirar, pero los puede ver, Luisa unos centímetros por encima de su cabeza, sueltos, ascendiendo cual globos de gas perdidos en tanta inmensidad, locos de libertad y de alegría. Luisa se sabe sola y se ríe, Luisa se muere de risa.
1 comentario:
lindo maru!
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