lunes, 13 de octubre de 2014


te despertás de la siesta
dándote cuenta pobremente
de que te olvidaste de vos
por unos minutos mágicos, terribles
no estás, no sos

sólo una conciencia vacía en algún lado de la tierra
que acaba de venir de otros mundos

salís a la ventana y pensás
que los mosquitos, pocos, que ilumina el farol de la calle son
la nieve del invierno

pero no la puedo comer.
no la puedo devorar, ni siquiera la puedo ver muy de cerca
así que pedirle a Dios que le pregunte
(si es que oye, si es que ve),
cuánto de la tierra es para mí
cuántas, no, cuáles
de sus miserias
son para mí

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corazón de tijeras

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