De ahí la sensación de súbita arcada, de herida que se vuelve a abrir casi como una flor, lo acuático detrás de los ojos como si ebullera del mismo géiser del tiempo, del casi olvido.
Ver las imágenes, con sus aromas, gustos, colores, hundiéndose en la arena tragatodo de la memoria (de la no memoria), verlas desaparecer de a poco, desvanecerse, volverse borrosas e inasibles, confusas, manchas con nombre pero sin cara, observarlas de lejos y con pena, con la resignación de los arañazos al aire, de los intentos por sentir y recordar que se entremezclan y borronean y se pierden dentro de las mismas imágenes que acaban por devorárselos glup.
4 comentarios:
Nunca tuve buena memoria, siempre padecí esa desventaja; pero tal vez sea una forma de recordar únicamente lo que debe ser, quizá lo más grande que nos ha sucedido en la vida, lo que tiene algún significado profundo, lo que ha sido decisivo —para bien y para mal— en este complejo, contradictorio e inexplicable viaje hacia la muerte que es la vida de cualquiera. Por eso mi cultura es tan irregular, colmada de enormes agujeros, como constituida por restos de bellísimos templos de los que quedan pedazos entre la basura y las plantas salvajes. Los libros que leí, las teorías que frecuenté, se debieron a mis propios tropiezos con la realidad.
Aveces quiero que lo que estoy pensando se desvanezca. Porque sería triste que se sustituyera de tan linda (es tan linda que no merece ser sustituída pero sí desvanecida).
De todos modos, no se me vá nunca. Y así es como leyendo esto me doy cuenta de que hay cosas que no se van ni con el quitamemorias más fuerte.
Sin embargo hay otras que se van efímeras, ya que no podemos evitar ser tan curiosos.
el pueblo pide, querida, que rompas la sequía
de posteos, obvio
que maneras mas curiosas... hoy en toledo recuerdo mariposas
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