sábado, 15 de diciembre de 2018

tengo todos los espíritus amarrados
adheridos a mi piel
como si una capa fuera mía, la primera -desde adentro-
y el resto
de todos ustedes
los demás


por qué vuelven siempre
(cada ciertos giros, como las caras de un trompo
que son limitadas
pero se suceden)
los olores
de otras cosas
que están lejos
el olor de mi abuela muriendosé
bajo el aparato respiratorio
el olor a san telmo por la tarde, con el cielo turquesa, oscurecido en invierno
a frío y a sahumerio y a polvo bien cotizado y artesanía
por qué esa piel
esa piel
de alguien en particular
y no de quienes vinieron después y hasta quise más


el tiempo pasa de maneras tan raras
me convencí tanto de que no
de que no pasaba
repitiendo el ritual en la misma mesa del mismo barrio del mismo bar
la misma cerveza
con mis amigas
las mismas
quisimos conjugar la eternidad -el que piensa pierde-


me convenzo de que somos eso, de que
vamos a hacer eso por años
hasta que el hígado nos obligue a mudar los sabores,
los detalles


pero desde acá, de lejos, desde donde las cosas se ven
cambiar un poco
entiendo que esos veranos en que pensaba que era así, que iba a ser así
fueron sólo una noche,
y esa noche fue sólo esa noche
en que pensé en eso como en una maldición


cada noche es sólo cada noche
y no la premonición de noches iguales -felices- que se seguirán


el zaguán sur cerró para siempre
ahora los espíritus tocan en estadios
suenan en la radio
hacen giras

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corazón de tijeras

corazón de tijeras